EL LEGADO DE STEVE JOBS
por Gonzalo Hernández Viciana
Imagínese usar todavía un teléfono
móvil con botones y una minúscula pantalla, sin otras aplicaciones
que una agenda básica y a lo mejor una calculadora. Y al llegar al
trabajo, tener que teclear en el ordenador (en casa no habría)
varias órdenes complejas para hacer una simple operación de copiar
y pegar. Por no hablar de que sus hijos estárían emocionados
porque, por fin, en el año 2011 se estrenara una película animada
hecha íntegramente por ordenador. Este escenario podría haber
ocurrido perfectamente de no haber existido Steve Jobs. Si la vida de
una persona se puede cuantificar de alguna forma, quizás sea en el
impacto que tiene en los demás, y en ese sentido hay poca gente en
los últimos treinta años que haya cambiado más el mundo que el
cofundador de Apple. Incluso los usuarios de Windows saben que Bill
Gates le copió el concepto de hacer el PC un instrumento fácil y
familiar, algo que acabó popularizando las computadoras de tal forma
que “la era de la información” en la que ahora vivimos será un
momento estudiado en las clases de Historia en los siglos venideros.
Además, Steve Jobs, con sus presentaciones/shows y su olfato para
los negocios demostró ser uno de los mejores empresarios que ha
habido, creando una cultura empresarial en Apple que rayaba en la
idolatría. En estos tiempos en que los empresarios están siendo
vilipendiados a diestro y siniestro, su figura resaltaba más aún.
Quizás fuera resultado de crear un entorno de trabajo privilegiado
para sus empleados, con un campus futurista (al igual que sus
tiendas) donde miles de ingenieros diseñan el futuro. Su obsesión
por el detalle, por pulir los defectos de sus productos y de su
empresa le llevaron a la cima, y ese era su secreto. Más allá del
iphone, del imac y del ipad, el legado de Steve Jobs está en hacer
las cosas no bien, sino perfectas.
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