domingo, 30 de diciembre de 2012

Las 25 películas a tener en cuenta en 2013

He hecho otra lista en imdb, ésta de las películas del 2013:
http://www.imdb.com/list/UEKedT71sDk/

Veamos:
1.- Iron man 3: Aunque la 2 dejó algo que desear, el hecho de que hayan recurrido a Shane Black, gran guionista, para dirigirla me inspira confianza.

2.- Man of steel: Superman siempre emociona. No me recordeis la última, eso sí... Ni la 3, ni la 4...

3.- Pacific Rim: Una película NO basada en un libro, cómic, videojuego o juguete!!!! De robots gigantes que luchan contra monstruos!!!! De Guillermo del Toro!!!!! ¿Qué más se puede pedir?

4.- El Hobbit, la desolación de Smaug: Espero que Jackson se de cuenta de que no hay que meter todo lo que se rueda en la película, y de que no importa si dura menos de dos horas y media.

5.- Thor, The dark world: La secuela de Thor, dirigida por uno de los directores de Juego de Tronos.

6.- Lobezno inmortal: Raro título en castellano. Dirige James Mangold, que espero que lo haga mejor que el último.

7.- Elysium: Ciencia ficción del director de "Distrito 9". Con Matt Damon calvo.

8.- Riddick. Para mi "Pitch Black" es la peli de ciencia ficción de serie B perfecta. La segunda parte es un desastre. A ver qué tal ésta.

9.- La jungla: un buen día para morir. John McClane siempre tendrá sitio en mis listas. Lo que más miedo me da es el director, un inútil total..

10.- Oblivion: Tom Cruise vuelve a la ciencia-ficción. Tiene buena pinta.

11.- 47 Ronin: Hace años que pienso que falta en Hollywood una superproducción de ninjas, samurais y monstruos japoneses en 3D. Se ve que no soy el único.

12.- Gravity: Ciencia-ficción de Alfonso Cuarón, uno de los mejores directores del momento.

13.- The lone ranger. O sea, el llanero solitario. Valdrá la pena por Johnny Depp, seguro.

14.- Guerra mundial Z: Me han copiado la montaña de zombies. A ver si me han copiado algo mas :)

15.- Frozen: La de Disney de éste año.

16.- Star Trek. En la oscuridad: Como he leído en alguna parte, JJ Abrams no suele tener grandes guiones, pero aún así hace que las pelis funcionen. A ver si han escrito uno bueno para ésta.

17.- El juego de Ender: Un libro algo complicado de adaptar, pero puede estar bien. Los actores son geniales.

18.- Lincoln: Por lo que dicen en USA, está muy bien, aunque parece más un telefilm que un film épico.

19.- Django desencadenado: Tiene pinta de ser más "Kill Bill" que "Malditos bastardos", lo que es buena noticia.

20.- Europa report: He metido esta peli en la lista porque nadie sabe casi nada de ella. Ciencia ficción ¿europea? de bajo presupuesto.

21.- Oz, un mundo de fantasía: Los tráilers prometen el regreso del mejor Sam Raimi. El look lo tiene, a ver si la historia merece la pena.

22..- Monsters University: Porque la primera era muy muy divertida.

23.- El atlas de las nubes: Me da que es una de esas que te encanta u odias a muerte.

24.- Jack Ryan: La 4a versión del personaje, ni más ni menos!!!

25.- The World´s End: Porque el director es mi ídolo, Edgard Wright, y no decepciona nunca.


sábado, 29 de diciembre de 2012

El cine de 2012-repaso

Hace hoy justo un año que escribí una lista de las películas que quería ver en 2012:
http://produccionessabinal.blogspot.com.es/2011/12/el-cine-de-2012.html
Acabo de ver la última peli de este año, así que voy a hacer un repaso de mis expectativas y el resultado:


LOS VENGADORES. Quizás no sea la mejor, pero la idea de ver juntos a IRON MAN, THOR, EL CAPITAN AMERICA y HULK es algo que aún no me creo!!

Pues Los vengadores empieza un poco lenta y decepcionante, pero luego es muy divertida y estupenda!!!

EL HOBBIT. My preciouss!!!
Pues lo mismo, sólo que hay muchas canciones de enanos y dura demasiado.

EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE. Soy Batman!
Me gustó mucho, sobre todo el final.

THE AMAZING SPIDER-MAN. Porque han usado mi idea de ponerle el nombre del cómic :)
Tiene sus momentos, me gusta más el actor que Toby Maguire, desde luego, pero no es mejor que Spiderman 2.

WAR HORSE. Porque es Spielberg!
Muy bien rodada, el problema que tiene es que no es una historia, es una serie de episodios en la guerra.

JOHN CARTER. Porque los libros originales inventaron la ciencia ficción.
El fracaso (no tan grande como nos venden) que no debió serlo.

PROMETHEUS. Porque hay 2 Ridley Scotts, y ésta peli parece que la ha hecho el bueno.
La prueba de que una película muy bien hecha puede ser un fallo si el guión tiene agujeros. Una pena.

GRAVITY. Porque hay 1 Alfonso Cuarón, y es un crack.
Retrasada al 2013!!!

WRECK IT RALPH. Una peli de Disney sobre un personaje de videojuegos. De hecho, debería ponerla la primera de mi lista!

Gran peli!!!!

BRAVE. Pixar
Más que de Pixar parece de Disney, no llega a la altura de la saga Toy Story, pero mejor que muchas.

SKYFALL. James Bond
Peliculón.

LA INVENCIÓN DE HUGO. Scorsese. En 3D. Para niños.
Peliculón, y bonita.

GUERRA MUNDIAL Z. Zombies con Brad Pitt.
Otra retrasada al 2013

FRANKENWEENIE. Zombies-perros animados con Tim Burton.
Una película sencilla y bonita.

DJANGO UNCHAINED. Tarantino.
Aquí no se estrena aún.

MILLENIUM 1. David Fincher.
Fincher necesita mejor material.

DARK SHADOWS. Tim Burton directamente haciendo una gótica, sin excusas.
Desastre.

LOOPER. Nadie sabe exáctamente de qué va, pero el director me encanta.
Si vas a hacer una peli de viajes en el tiempo y admites que no tiene sentido, mal asunto. El resto, bien.

47 RONIN. De un gran director de anuncios, con samurais y en 3D!
Y otra para el 2013

SHERLOCK HOLMES 2. Porque Steve me ha dicho que le ha encantado.
Pues no era para tanto.

LINCOLN. Porque sigue siendo Spielberg!
2013? Queda sitio?

THE BOURNE LEGACY. Otra de Bourne, sin Bourne. Me encantan.
El tema de las pastillas que dan poderes se sale un poco del tema. Correcta.

RISE OF THE GUARDIANS. Santa Claus, el conejo de Pascua y compañía luchan contra el mal. Animación de Dreamworks. Puede estar muy bien.
No está mal, de hecho.

WRATH OF THE TITANS. Otra de Perseo.
Desastre.

BATTLESHIP. Porque HUNDIR LA FLOTA era la idea más evidente para hacer una peli que le quedaba a HASBRO. Esperad a que empiecen a hacer pelis de los trolls esos y ya veréis...
DESASTRE!!!!


Bueno, ahí queda mi resumen. A ver si mañana hago la lista del 2013..

miércoles, 4 de abril de 2012

Wiggle 3D

El efecto "wiggle 3D" consiste en una animación de fotos para conseguir un pseudo3d:
3dporch.com

martes, 17 de enero de 2012

Historia de vampiros

Este relato corto era originalmente un guión para una antología de historias de vampiros que creo que me propuso Manuel, al final no lo hicimos.


¡Vampiro!

De Gonzalo Hernández Viciana

Mientras corro por el desierto, intentando huir de una muerte inminente, repaso en mi mente los hechos que me han conducido hasta este momento. No me queda mucho tiempo, porque la oscuridad se desvanece por momentos, y siento que a mi espalda el sol está a punto de salir. Todo empezó anoche, en el bar de carretera de mala muerte donde había quedado con el ruso. ¿O era rumano? Qué más da, está muerto. El caso es que para ser un tugurio había mucha gente, y muchas tías buenas, aunque supongo que eran profesionales de la noche. El sitio estaba muy oscuro, con las luces parpadeantes esas que no sé porqué le gustan a la gente si dan dolor de cabeza. El ruso estaba en la barra, sin hacer caso de las chicas. Me presenté, y me miró de arriba abajo, como si no se pudiera creer que yo pudiera hacer chanchullos de drogas. Será porque siempre voy bien vestido, con un traje que vale más que lo que gana la gente en un mes, o por mi cara de niño bueno. Le dije que si lo hacíamos entonces o esperábamos al día siguiente. Me dijo que tenía que ser esa noche, que no le gustaba la luz del sol. Un animal nocturno, como yo. Pagó su copa y salimos fuera. El muy imbécil quería hacer el intercambio allí mismo. Le dije que no, podía vernos alguien. Así que nos subimos en mi Mercedes SLK y nos alejamos varios kilómetros.
Al salir de la carretera empezaron mis problemas. Llevaba apenas cinco metros cuando sonó una explosión. La rueda delantera derecha se había pinchado. Una rama de un árbol la había perforado. Lo curioso es que no había ningún árbol. Estábamos en medio del desierto. No había nada más que tierra y arena. El tipo me preguntó si tenía una rueda de repuesto. Le dije que no, precisamente la que tenía era falsa, un compartimento para llevar la droga. Me dijo que si hacíamos entonces el trato. Asentí, no teníamos nada que hacer de todas formas, excepto esperar que pasara un coche, por allí pasaban muy pocos, y menos de noche. El precio ya estaba acordado, pero le dije que tenía que probar la mercancía primero. Me dijo que no había problema, que era algo nuevo, muy muy potente, y que iba a gustarme. Bajo la luz de los faros sacó una bolsa de pastillas mucho más grande de lo que habría imaginado de un bolsillo oculto de su chaqueta. Eran rojas, oscuras, del tamaño de una aspirina, y con una V marcada en el centro. Me tragué una sin pensar. Inmediatamente se me aceleró el pulso y se me dilataron las pupilas. Podía ver mejor en la oscuridad y me molestaban las luces del coche. Me invadió la euforia. Le pagué inmediatamente, me dio las pastillas y las dejé en el asiento. Ya las escondería más tarde. Estaba disfrutando. Le dije que si no quería una, que le invitaba. Me contestó que no, que quería estar bien por si venía alguien. Perdí el equilibrio y me tuve que sentar en el suelo, manchando el traje. Pero no me importó. Empezó a decirme algo, pero no entendía sus palabras. Me empecé a reír, explicándole que no sabía lo que decía. Y lo que veía tampoco tenía sentido. El coche medía ahora el triple, y parecía más siniestro. Las estrellas se apagaron, y sólo veía los faros. Un sudor frío empezó a recorrerme el cuerpo. Empecé a rascarme: las piernas, los brazos. El cuello. El ruso me señaló con expresión de asombro. Señalaba mi hombro, o mi cuello. De pronto me dio la sensación de que sus ojos me penetraban, y de que su boca se hacía más grande. Se acercó a mí, me cogió las manos y me habló. Sentí que se cerraban mis ojos.
De pronto me di cuenta. Su boca estaba abierta, y sus dientes eran enormes. Mire de reojo hacia mi hombro. Tenía manchas de sangre. No podía ser. El ruso era un vampiro, y acababa de morderme. La adrenalina, o mis nuevos poderes vampíricos, me dieron fuerza. Me solté y lo empujé hacia el coche. Peleamos a la velocidad del rayo, nuestras fuerzas igualadas. Pero él tenía más experiencia en sus poderes, y se desvanecía de vez en cuando. De pronto me encontré tirado en el suelo mientras él me sujetaba. Estaba seguro de que era mi fin, pero mi mano dio con la salvación. La rama afilada del árbol. Una estaca de madera de la que habría estado orgulloso un cazador de vampiros. Se la clavé y cayó instantáneamente. Pensé que se convertiría en cenizas o algo así, pero sólo se quedó inmóvil. Intenté calmarme. Me toqué los colmillos. Estaba seguro de que me estaban creciendo por momentos. Qué suerte la mía. Comprarle droga a un traficante vampiro. Tenía sentimientos encontrados. Por una parte sentía euforia de haber vencido, y ahora sentía que era poderoso. Pero también sentía miedo. ¿Por qué? ¿Era mi mente humana, incapaz de aceptar la realidad? ¿O era otra cosa? Miré alrededor, con mis sentidos agudizados. Ahora podía oler mejor. La colonia barata del ruso, su after shave. Supuse que hasta los vampiros tenían que afeitarse. ¿Aunque si estaban muertos por qué les crecía la barba? Dejé esos pensamientos a un lado cuando me di cuenta de que mi vista era la de un depredador nocturno. Ahora sí que veía en la oscuridad. Eran las seis de la mañana y podía ver como si fuera... Con razón veía tan bien, estaba a punto de amanecer. Me reí. Entonces me di cuenta de porqué mi mente llevaba un rato con miedo. Estaba a punto de amanecer. Y yo era ahora un vampiro. Y a los vampiros no les sienta nada bien la luz del sol. Frenético, miré alrededor. Ningún lugar donde ocultarse. En el coche entraba luz por todas partes. Comprobé el maletero. Apenas cabrían unos palos de golf, menos una persona. ¡Tenía que haberme comprado un Cayenne y no un estúpido deportivo! Me invadió el pánico. Las montañas estaban en el horizonte, una silueta insinuada en el infinito. Entonce me acode del bar. Estaba lejos, cierto, imposible para una persona a pie llegar a tiempo. Pero ahora era un vampiro, y mi velocidad y resistencia podrían darme una oportunidad. No lo pensé, cogí las pastillas y empecé a correr, como alma que lleva el diablo, lo que en mi caso era verdad.
Sigo corriendo, y casi noto el calor del sol en mi espalda. Estoy agotado y todavía no veo el bar. No voy a conseguirlo. Tengo que seguir. Pero tropiezo y mientras caigo reflexiono que mis reflejos vampíricos todavía no son todo lo buenos que deberían. Me quedo tumbado boca arriba. Esperando el final. Miro el cielo, rojo, y aprieto los dientes. A lo mejor ahora sí hay cenizas. Entonces sucede lo imposible. La luz del sol me ilumina. No exploto, no ardo, no pasa nada. ¿A lo mejor es como en la película esa, que los vampiros sólo brillan de día? Yo no brillo, pero no me importa. ¿O es otra cosa? Me tomo el pulso. Empiezo a saltar y a gritar de alegría. ¡Estoy vivo! El vampiro no llegó a transformarme. ¡Seré idiota! ¡Tenía que haber bebido su sangre! Grito al cielo y cierro los ojos, feliz. Entonces siento un golpe en la cabeza. Caigo mareado. Me han golpeado con una piedra. Giro el cuello y alcanzo a ver al vampiro, con la estaca llena de sangre en una mano y una piedra en la otra. -¡Tú estás loco!- Me grita y me vuelve a golpear con la piedra en el pecho. Pero no me duele, porque no siento nada. Creo que me ha roto el cuello. -¿A ti que te pasa?- Me repite una y otra vez. -Hacemos el trato, te sientas a disfrutar, y de pronto te estás rascando el cuello tan fuerte que te haces sangre. Intento ayudarte y empiezas a gritar como un loco y a pegarme. Y me clavas esto. ¡Por poco me matas! Pero no lo has hecho, así que te voy a devolver el favor. No voy a matarte. Te voy a dejar aquí, igual que has hecho conmigo. Y me llevo esto.- El ruso me registra, coge las pastillas y se va. No puedo moverme. Sólo mirar al cielo, que ahora es de un azul brillante. Creo que voy a morir.



domingo, 8 de enero de 2012

Otro relato corto


EL DIA QUE NUNCA EXISTIÓ

Por Gonzalo Hernández Viciana


Todo había sido muy precipitado. El mensaje en clave en el foro de internet (que trataba supuestamente de ofertas de segunda mano), la breve conversación y la carrera en taxi al aeropuerto desde la cabina telefónica. Ni siquiera había tenido tiempo de hacer la maleta. La ropa no le importaba, y en cuanto al arma, la adquiriría como siempre en su destino. Le preocupaba tener que deshacerse de su navaja suiza en el aeropuerto, así que antes de pasar el control de seguridad se metió en los aseos y la escondió en el falso techo. La recuperaría a la vuelta. Tuvo cuidado de sacar de su bolsillo el pasaporte adecuado (llevaba dos encima como regla) y contuvo la respiración un segundo mientras lo comprobaban. Aunque se consideraba un profesional con mucha experiencia, sabía que había factores incontrolables, y un pasaporte falso, por muy bueno que fuera, era algo impredecible.
El policía le devolvió el documento y el billete con expresión aburrida. Una vez superado el obstáculo, se permitió sonreír. No tenía que haber dudado del pasaporte, le había costado una fortuna e incluso le habían dicho que no era una falsificación, era auténtico, excepto por la identidad. Ahora debía buscar información sobre su objetivo, ya que sólo le habían dado un nombre y una dirección. Lo primero era ponerle rostro, y para eso no había nada mejor que internet y el generoso wifi de los aeropuertos. Mientras esperaba el embarque buscó a su objetivo en un portátil, pero no encontró nada. Había referencias, pero ninguna fotografía. Sería algo más complicado, pero nada que no le hubiera pasado antes. En los viejos tiempos no disponía de facebook y eso no le había impedido trabajar. Buscaría al objetivo, conseguiría una confirmación de su identidad por una tercera persona, o quizás por el mismo blanco, y actuaría. La gente era asombrosamente honesta, pensó. Les preguntabas su nombre y te lo daban sin pensarlo. Sonrió al pensar que para saber su nombre él sí tenía que pensarlo: ¿Qué pasaporte estaba usando? ¿Cuál era su otro nombre? ¿Cuál era su auténtico nombre? Si alguna vez volvía a su antigua vida, cosa que no pensaba hacer por el momento, habría tardado un tiempo en reconocerse. Esos pensamientos le distrajeron y no le dio tiempo a buscar nada más cuando anunciaron su vuelo. Pero no tenía por qué preocuparse, al llegar a Australia tendría que esperar casi dos horas hasta coger su siguiente vuelo. Y en Wellington también tendría que esperar. Disponía de tiempo de sobra. Pensó que intentaría dormir en el avión y al aterrizar planearía su estrategia.
Se despertó terriblemente asustado. Tuvo una pesadilla. ¡Había olvidado algo, algo muy importante, que le llevaba a fallar la misión! Respirando fatigosamente miró alrededor y se tranquilizó al comprobar que estaba en el avión, las azafatas iban arriba y abajo por el pasillo mirando que los pasajeros llevaran abrochado el cinturón de seguridad. Estaban a punto de aterrizar en Sídney. Todo iba bien, pero no pudo evitar repasar mentalmente lo ocurrido hasta entonces. Necesitaba asegurarse de que no había dado ningún paso en falso. Aquel asunto había comenzado con mal pie. Nunca le habían gustado las prisas, inducían a error. Y el cliente había sido muy claro. Le repitió tres veces que el trabajo tenía que estar hecho antes del domingo, uno de enero de 2012. La fecha era vital. Si fallaba, le advirtió de una manera que le sonó a amenaza, tendría consecuencias. Si el objetivo no estaba muerto antes de esa fecha, insistió en que no se molestara, ya que en aquel asunto, lo más importante era cumplir el plazo.
Reflexionó que las exigencias de aquel tipo eran normales. A veces tenía que parecer un accidente. Lo más fácil era hacer que el coche cayera por un barranco, que le fallaran los frenos. Recordó la vez que tuvo que chocar de frente contra el coche de su objetivo. Fue sin duda su trabajo más arriesgado, pero no había otro modo. Tuvo que sacrificar una identidad falsa, creada durante dos meses durante los cuales tuvo un trabajo de verdad, y soportar un juicio por homicidio involuntario, del que fue absuelto gracias a su intensa preparación previa. El “accidente” fue causado por una serie de “errores” impredecibles: a él se le cayó el teléfono móvil y no pudo ver el semáforo “averiado” (no lo había roto para no causar sospechas, pero durante dos meses había provocado fallos continuos para que los técnicos dijeran en el juicio que fallaba por un fallo de corriente determinados días a determinadas horas, algo que ver con sobrecargas de la red eléctrica). En otra ocasión le habían dicho lo contrario, no sólo debía parecer lo que era, un asesinato, sino que el asesino además debía demostrar una extrema crueldad. Una clara y contundente advertencia. Personalmente le disgustaba hacer sufrir a sus victimas, prefería un tiro en la cabeza, el objetivo ni se enteraba, y todo acababa allí. Pero en aquel repugnante caso, los mejicanos habían querido algo asqueroso y lo había hecho, sabiendo que ya no se podía echar atrás. Era un profesional, y el hecho de descuartizar el cadáver de determinada manera le había permitido usar su sistema (un tiro limpio) y dejar los restos de tal forma que los clientes no sólo no sospecharon que no lo había torturado, sino que se mostraron muy satisfechos y le pagaron más de lo acordado inicialmente.
Tener que cumplir un plazo de menos de una semana no era nuevo para él, aunque detestaba ir tan justo de tiempo. Cuanto más se estudiara un trabajo, mejor salía. Sabía que tenía muchas cosas que hacer. Buscar un hotel, conseguir un arma, aprender lo que pudiera acerca del entorno del objetivo y comprobar las vías de escape. Además, como siempre, tener un plan B. Siempre que pensaba uno (nunca escribía nada que pudiera delatarle, lo guardaba todo en su cabeza) se lo imaginaba con B mayúscula. Después de todo, era importante. Podía salvarle la vida.
De momento tenía que centrarse en el tiempo de que disponía. Había salido de Los Ángeles un lunes por la noche, y estaba aterrizando en Sídney... ¿Qué hora era? ¿Qué día era? Lo de cruzar la línea internacional era una complicación adicional que nunca había entendido del todo. La azafata le dijo que eran las 8:20 de la mañana del miércoles. ¡Miércoles! ¡Todo estaba pasando demasiado aprisa! Su mente se aceleró. Intentaba que se mantuviera alerta sobre su siguiente vuelo. Su enlace con Wellington era a las 9:20, y ya tendrían que haber aterrizado. Volvió a llamar a la azafata, que se lo confirmó. Sí. Llevaban retraso, pero no debía preocuparse, intentarían que el vuelo de Wellington le esperara, y si ello no era posible, le embarcarían en el siguiente. Salía un vuelo cada dos horas. Al aterrizar, se colocó de los primeros para salir del avión, corriendo, y tras una larga carrera se encontró con que el vuelo estaba cerrado. Miró a través de las enormes cristaleras y pudo verlo avanzar por la pista. Un empleado de la línea aérea le informó que podrían colocarle en el vuelo de las cuatro, en primera clase. La sonrisa profesional del hombre perdió fuerza al comprobar los datos de enlace. El avión llegaría a Wellington a las 19:20 de la tarde. Por lo tanto, lamentaba decírselo, también había perdido el vuelo a Samoa de las 18:45. ¡Pero la línea aérea se haría cargo de su hotel y le pondría en el siguiente vuelo! El jueves a las...18:45. -Por lo visto sólo hay un vuelo diario a Samoa –murmuró el empleado intentando aplacar la evidente ira del cliente.
¡Nada estaba saliendo bien! Pensó enfadado consigo mismo. Si llegaba el jueves por la noche a su hotel no tendría oportunidad de buscar un arma adecuada hasta el viernes, aunque quizás podría vigilar la dirección de su objetivo, incluso intentar verlo. Le vendrían bien unos prismáticos, y en aquella ocasión con las malditas prisas no los había cogido. Decidió que los compraría en el aeropuerto. Se consideraba un profesional, y debía adaptarse a las circunstancias. No encontró los adecuados, aunque compró una cámara de fotos con un zoom bastante mejor de lo que habría conseguido con unos prismáticos. Eso sí, tuvo que pagar una pequeña fortuna. Uso un cibercafé para comprobar las regulaciones sobre adquisición y uso de armas en Samoa. Buscó fotos de los uniformes de policía y sus coches, cuáles eran las costumbres locales, y se sorprendió cuando vio que hacía un par de años habían cambiado el sentido del tráfico. Ahora los coches circulaban por la izquierda, para poder comprarlos en Australia, Nueva Zelanda o Japón, los países con los que Samoa comerciaba más. Se sentía satisfecho de haber podido recuperar algo de su día perdido, pues todavía no terminaba de entender dónde se había quedado su martes, y se sentó a esperar su vuelo. Le gustaban los aeropuertos. Eran sitios estériles, pero paradójicamente los lugares más anónimos en donde uno podía estar.
Voló a Wellington. Le acomodaron en un hotel de lujo, pero de aeropuerto. Al día siguiente esperó paciente su vuelo. Harto de vuelos y de horarios, aterrizó en Samoa. Cuando finalmente entró en el hall de su hotel en Apia, la capital, el jueves casi a medianoche, se sintió agotado. Pero sabía que no podía descansar, sólo tenía aquella noche del viernes para prepararlo todo y poder llevar a cabo el trabajo el sábado. Los plazos mandaban en aquel asunto. El cliente se lo había repetido. Lo fundamental era que todo quedase liquidado en 2011. Sabía que se estaba quedando sin tiempo. Salió del hotel, sintiendo como el calor tropical le pegaba la camisa al cuerpo, cogió un taxi que lo dejó a tres manzanas de su objetivo. Apia era una ciudad pequeña, con mucha vegetación por todas partes. Cuando llegó a la casa que estaba buscando pasó de largo, siguió caminando sin apenas mirarla, y al llegar a la esquina se paró y miró alrededor. El barrio residencial aparentaba lujo y dinero, probablemente se trataba del mejor de la ciudad, con calles anchas, ajardinadas, y bien iluminado, lo que no le convenía.
Comprobó por pura rutina que nadie le seguía y de hecho no había nadie en la calle. Las luces de las casas, especialmente de la que a él le importaba, estaban casi todas apagadas. Quería dar la apariencia de ser un turista perdido, con su flamante cámara de fotos colgando de la camisa hawaiana que había comprado en Wellington, así que se sentía a salvo de preguntas incómodas, pero era consciente de que no conseguiría nada dando vueltas delante de la casa. Renunció y volvió caminando al hotel. No había muchos taxis a medianoche en Apia.
Se levantó al día siguiente con un ímpetu renovado, decidido a no permitir que las circunstancias pudieran con él. Se dirigió en taxi al barrio más marginal de la ciudad. Le enseñó la cámara al taxista, le dijo que era reportero gráfico y que buscaba imágenes de pobreza. El hombre lo condujo a un barrio de chabolas y calles sin asfaltar. Al cabo de veinte minutos había comprado una buena pistola más barata que nunca, y se cercioró que funcionaba disparando al vendedor, un drogadicto lleno de tatuajes obscenos, usando una almohada de silenciador. Nunca invites a un asesino a tu casa, pensó mientras salía.
Volvió a vigilar la casa, y se dio cuenta de que justo la vivienda de enfrente tenía mucho correo, con el buzón rebosando cartas y folletos. Era como si el universo le estuviera devolviendo la suerte que le había quitado. Entrar en la casa fue un juego de niños, con aquella alarma obsoleta. Desde el dormitorio de la casa de enfrente tenía una vista perfecta de su objetivo, sabiendo que el hombre gordo que veía pasando a través de los ventanales del salón era su blanco. Pensó que si hubiera dispuesto de un rifle y no una pistola habría hecho el trabajo en ese momento. Pero se conformó con observar. El objetivo salió de la casa en un coche, con dos guardaespaldas. Lo primero era confirmar la identidad del blanco. Tenía varias fotos en la memoria de su cámara y un nombre, y necesitaba saber si eran de la misma persona. Supuso que el blanco no volvería hasta la noche, y ya no aprendería nada más desde esa posición. Podía colarse en la casa, ahora vacía. Pero al ir a saltar desde un jardín vecino se dio cuenta de que la casa contaba con cámaras de vigilancia bien camufladas, y dos perros que no había oído la noche anterior. También sensores de movimiento. Con razón pagaban tan generosamente el trabajo. Así que dedicaría el resto del día a verificar la identidad del blanco en otra parte. Su trabajo tal vez.
Mañana aun me queda un día entero, pensó intentando relajarse. Y en un día él podría hacer muchas cosas. Consiguió encontrar un taxi que le llevó al centro, y mientras sacaba dinero de un cajero vio por el rabillo del ojo el rostro de su objetivo en una valla publicitaria. No pudo evitarlo y empezó a reír. Era él, en una foto claramente alterada para reducir su obesidad, al lado de su nombre. El resto de palabras estaban en samoano y no las entendía, pero era evidente que era un cartel electoral. ¿Cómo era posible que no hubiera fotos del tipo en internet siendo político? Habrá alguna ley aquí contra la propaganda electoral en la red o algo así, pensó. No importaba. Tenía la confirmación. Volvería a su puesto de observación y esperaría a que volviera. Actuaría esa misma noche, alrededor de las dos de la mañana, cuando el sueño es más profundo y los guardaespaldas bajan las defensas. Compró algo en un puesto de comidas rápidas y una botella de agua y volvió a su escondite. Pero se quedó de piedra al ver que había un coche de policía en la puerta, junto a un todo terreno que sólo podía ser de los dueños. Así que habían vuelto de sus vacaciones y habían visto que la alarma estaba desactivada. Quizás incluso habían notado que las cortinas de su dormitorio estaban cerradas y algún mueble desplazado. Habían llamado a la policía y ahora su suerte volvía a torcerse. Necesitaba pensar, así que volvió a su hotel.
Tumbado en su cama, elaboró una estrategia, un plan B y una ruta de huida. Mentalmente recorrió varios escenarios posibles, con más guardaespaldas, o con vecinos que avisaban a la policía antes incluso de que empezara un hipotético tiroteo. Necesitaba algunas cosas, así que buscó una tienda de deportes, donde compró ropa y una bolsa poco sospechosa pero donde cabría hasta un cadáver llegado el caso. Después fue a varias ferreterías. Por algún motivo estaban casi todas cerradas, por las fiestas de fin de año pensó, y echó de menos su navaja suiza multiusos. Al fin dio con una tienda abierta, y compró un cuchillo, un martillo, una herramienta pela cables, un serrucho, cinta adhesiva y algunas cosas más. Ejecutó su plan a medianoche, aunque sufrió un buen susto. Estaba escalando una valla en la más completa oscuridad cuando el cielo se iluminó de repente. Se aceleraron sus pulsaciones al tiempo que apretaba sus manos contra el metal con fuerza. Pensó que se trataba de un helicóptero, que le habían cogido. Pero no, eran fuegos artificiales en la bahía de la ciudad. Celebrando el fin de año un día antes de tiempo, pensó un instante y siguió escalando. Empezó cortando la alimentación de los tres repetidores de telefonía móvil más cercanos a la casa. Después simplemente subió a los postes eléctricos, que llevaban también la señal de telefonía fija, y los desconectó. A partir de ahí, hubo mucha sangre (los perros no se rinden), algún hueso roto (cortesía de los guardaespaldas, que no se dejaron intimidar) y ninguna sirena de la policía. Sólo un hombre gordo, en pijama, llorando y rogando por su vida encima de su cama.
-¿Por qué?- preguntaba el aterrorizado y sorprendido hombre, señalando su reloj. -Ya es demasiado tarde- repitió.
Normalmente hacía caso omiso de sus víctimas, pero en aquella ocasión le pudo la curiosidad.
-¿Qué quiere decir con que es demasiado tarde? -dijo en vez de apretar el gatillo.
-Ya es demasiado tarde, ya es demasiado tarde. Ya no importa. Ya no tiene que matarme. Ahora ya no.
- No entiendo lo que pretende -el asesino levantó su arma apuntándole entre los ojos.
- ¡Espere! ¡Es 2012, ya es 2012! ¡La cláusula...
-¿Cómo que es 2012? -le interrumpió el asesino-. El hombre gordo miró con sorpresa al hombre que había venido a matarle.
-Hoy es domingo. Domingo uno de enero de 2012, y la cláusula...
-¡Si cree que puede conseguir algo con esa burda mentira se equivoca! ¡Es sábado!
-¡Es domingo! -repitió el hombre gordo desesperado- ¡Por Dios santo! ¿Es que no ha visto los fuegos artificiales? ¿Es que no ha oído a toda la gente celebrando el año nuevo? -Su objetivo se estaba incorporando, con lágrimas en la cara aunque algo en él había cambiado.
-¡No puede ser domingo! ¡Está intentando engañarme! -En aquel momento intuía que algo no encajaba.
-¡No lo sabe! ¡Por Dios santo, no lo sabe! -exclamaba el hombre desesperado, estrujando el pijama con sus sudorosas manos.
-¿Qué es lo que no sé? ¿Qué tendría que saber? ¡De que demonios me está usted hablando! -replicó mientras volvía a apuntarle. El hombre gordo se levantó con los brazos en alto. Caminó hacia atrás un par de pasos, mientras señalaba un calendario de grandes números colgado en la pared.
-¡No sabe que este viernes no existió! ¡El viernes! ¿Comprende?
-¡Qué clase de tonterías está diciendo! -los ojos del asesino se abrieron de par en par.
-¡No! ¡Es usted quien está equivocado! ¡Escúcheme se lo ruego! ¡Samoa decidió cambiar su posición en la línea horaria internacional, para poder comerciar mejor con Australia y Nueva Zelanda, con…
-Como hicieron con los coches -alcanzó a decir el asesino-.
-Sí, supongo -dijo el gordo, casi enojado por la interrupción-. -¡El caso es que en vez de ser el último país de la línea internacional queríamos ser el primero! ¿Lo entiende? ¡Por ese motivo el jueves por la noche a las 23 horas, 59 minutos y 59 segundos, cuando el reloj avanzó un segundo, pasaron a ser las doce de la noche del sábado 31 de diciembre! ¡Así que hoy ya es domingo!
-¡No puede ser!- Pero le faltaba el aliento. Algo estaba fallando.
-¡Se lo puedo demostrar! -afirmó el hombre gordo mientras señalaba el mando a distancia.
Al ver las imágenes en televisión el asesino tuvo que sentarse. Eran cerca de las tres de la madrugada, y los tradicionales programas de fin de año habían acabado, pero los subtítulos festivos, con un gran 2012 en brillantes colores, no daban lugar a error.
¡Era cierto, era el uno de enero! ¡Se lo habían advertido! ¡Tendría que haberlo matado unas horas antes! El tiempo había acabado, bajó el arma, y en aquel mismo instante supo que por primera vez en su vida había fallado, y que antes o después, tendría que pagar el precio.